sábado, 14 de marzo de 2015

¡Es hora de actuar!

Hoy, pensando,
(algo que suelo hacer
menos a menudo
de lo que me gustaría)
he llegado a la conclusión
de que el mundo cambia
y no nos queremos dar cuenta.
Si, si, me explico: me he dado cuenta
cambiándome de fondo de escritorio
de que siempre acabo eligiendo
un paisaje idílico:
que si una playa del caribe,
que si un prado con ovejitas,
que si un amanecer en un valle,
que si un campo de girasoles...
Y, de repente, se me ha encendido
la bombillita de Edison:
¡voy a hacer una foto yo
de un paisaje bonito!
Pero... ¿dónde? ¿cómo? ¿qué?
Siendo un poco realista,
me he venido abajo.
¿Por qué tengo que ir en coche
a ver algo que se parezca a naturaleza?
¿Por qué no puedo bajar de casa
y encontrármelo?
Ya está, se acabaron las excusas,
nos estamos cargando el planeta.
¿Cómo les explicaré a mis nietos
lo que es respirar aire puro
si jugarán al fútbol
en campos de hierba artificial
y regalarán a sus novias
rosas de plástico?
Me niego en rotundo,
esto no puede suceder.
¿Quién entenderá entonces la poesía
de Garcilaso, si su Locus Amoenus
pasarán a ser Relocus Urbanus?
Entre tú y yo, ¿por qué he de imaginarme
un picnic en el bosque, si puedo empezar
a preparar los sandwiches bikini?
Sigamos esperando para cambiar el mundo
que el mundo nos va a cambiar a nosotros
cuando deje de existir el petróleo,
el agua dulce, los osos panda,
o las abuelas que riegan las plantas.
Eso sí, pongámonos de fondo el Sálvame
no vaya a ser que nos de por actuar.

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